viernes, 27 de marzo de 2015

Tus mentiras

Lejana y triste está la luna
tan lejana como tu verdad.
Lejana y triste está ahora mi alma
viviendo esta sequedad.

¿Acaso creíste que tus mentiras no te iban a alcanzar?

¡Mas hoy yo decido!

Recupero mi alma, mi amor y mi integridad.

Lejana y triste está la luna
tan lejana como tu verdad.
Conmigo quedan los recuerdos
contigo la soledad.

(MGC)

jueves, 25 de diciembre de 2014

La estrella de navidad

LA ESTRELLA DE NAVIDAD
Escrito por Guadalupe Castellanos

Una noche en que los cielos estaban especialmente despejados, la madre Luna convocó a todas las estrellas del universo a una reunión. Era necesario elegir a una de ellas para una misión muy especial.
Todas las estrellas interesadas atendieron rápidamente el llamado de la luna y pronto comenzaron los comentarios.
-Yo soy muy grande.
-Yo tengo gran experiencia.
-Yo soy la primera en aparecer junto a Venus.
-Y yo siempre estoy cerca de Luna.
Muy atrás, escuchando todo, se encontraba una estrellita joven y pequeña que, soñando en poder servir a Luna, se había presentado a la reunión.
-¿Qué haces aquí? –le preguntó una estrella mayor con voz desagradable-tu eres pequeña e insignificante no puedes pretender hacer esta misión. Anda y crece un poco más antes de ser tan atrevida.
Todas las demás estrellas rieron con ganas al observar la cara  asustada de la estrellita.
Cuando llegó su turno frente a Luna se sintió sobrecogida ante tanto esplendor y con humildad dijo:
-Luna, soy joven, pequeña e inexperta pero deseo poder ayudarla en lo que usted necesite.
Madre Luna sabía que había encontrado la estrella que necesitaba, porque solamente una estrella con corazón servicial podía ser la encargada de una tarea tan importante y especial.
La estrellita  tuvo la misión de brillar en el firmamento para guiar a los reyes magos hasta el pesebre. Y ahora, después de más de dos mil años, la recordamos poniéndola  arriba de nuestro árbol de navidad.

El mejor regalo ( cuento de navidad)

EL MEJOR REGALO

Escrito por Guadalupe Castellanos


El día de Navidad estaba cerca. Doña Cristina, con unos pocos ahorros que tenía, decidió comprar un regalo, uno muy especial. Se lo daría a la primera persona que encontrara en la calle para compartir la alegría de la época.
Decidió ir al almacén más cercano y buscar algo.
 ¡Todo se le antojaba!
El lugar resplandecía con guirnaldas, luces y adornos coloridos. Finalmente tomó algo que le pareció muy útil y hermoso, algo que ella siempre había deseado tener, pidió el mejor envoltorio que encontró y salió decidida a buscar a alguien para dárselo.
El portero del almacén fue al primero que vio.
-Tome buen hombre, ¡Feliz Navidad!-dijo con sonrisa franca.
El portero asombrado tomó el regalo. Pero después de un tiempo, sintiendo desbordante júbilo decidió dárselo a un señor muy serio que pasaba frente a él.
-Tome caballero, ¡Feliz Navidad!
Al señor con traje de ejecutivo le extraño mucho que un desconocido le diese un regalo, pero sintió como la alegría de la época le inundó el corazón y agradeció el buen gesto con una sonrisa.
Continuó caminando sintiéndose muy dichoso, tanto que decidió compartir su gozo con alguien más, así que le dio el presente a una  ancianita que estaba sentada en una banca del parque.
-¡Feliz Navidad! –dijo casi a gritos al darle el regalo e inmediatamente  pensó en visitar a su madre, pues se había dedicado a  trabajar mucho en su oficina  y no la veía desde hacía algún tiempo.
La anciana agradeció con una linda sonrisa, de esas que solo las ancianitas saben dar. Al poco rato regresó a su casa donde vivía con su hija.
-Toma hija, ¡Feliz Navidad!
-¡Mamá!-dijo asombrada-, ¿Dónde encontraste este regalo?
-Me lo dio un joven muy alegre mientras yo estaba en el parque.
Doña Cristina sonrió al tomar el regalo que ella misma había comprado temprano en la mañana y aprendió que la Navidad es época de compartir sonrisas, gozo y buenos deseos.

viernes, 11 de julio de 2014

Fuiste

Fuíste oasis en el desierto de mis ansiedades
Fuiste tregua en la guerra de mis miedos
Fuiste calma entre vientos huracanados
Fuiste pilar en mis terremotos internos

Ingeniero de la vida

Fuiste claridad en el torbellino de mis pensamientos
Fuiste luz entre la neblina de mis dudas
Fuiste mano amiga, compañía y vida
pasión,
ternura,
cariño,
aliento,
consuelo.

¡Qué bueno que fuiste tú...lo eres y siempre lo serás en mi corazón!

(MGC)

sábado, 15 de septiembre de 2012

Poesía... eres tú.

¿Qué es poesía? --dices mientras clavas
  en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
  Poesía... eres tú.
(G.A. Becquer)



Tu respiración unida a la mía
un compás, un ritmo infinito
se escapa un suspiro compartido
me escuchas, te escucho...


Manos entralazadas con besos
dos pieles vibrando caricias
abrigando en silencio ternuras
me sientes, te siento...


Gotas de sudor corriendo en tu pecho
tus brazos acogiendo y recibiendo
dos cuerpo unidos al cielo
me miras, te miro...

Mi mente divaga en el tiempo
atrapo canciones al vuelo
me escuchas, me sientes, me miras...
eso sin duda, es poesía.

(MGC)





lunes, 6 de agosto de 2012

No se cocinar pero se hacer muchas cosas más


Por Guadalupe Castellanos

Siendo la hija de una excelente cocinera no podía menos que tratar de imitar sus dotes, lo malo fue que yo no nací con “esas dotes” y mis esfuerzos, que fueron enormes, siempre quedaron reducidos a burdos experimentos culinarios que solamente satisfacían los paladares poco sofisticados.En pocas palabras: ¡No sé cocinar!
Se pueden imaginar que para mi madre, una mujer de esquemas mentales de principio de siglo veinte, eso era un gran “defecto”; y así decidió declarar una guerra interna contra la deshonra del hogar.

Intentó de mil formas hacerme comprender que la “pizca de sal” no se puede medir, que “un chorro” de aceite es calculado por la experiencia y que las recetas escritas no son de fiar. Se dio por vencida hace algunos años cuando acepté mi ignorancia para reconocer la albahaca del perejil y me declaré libre de la media cucharadita de azafrán, de la taza de harina y de la libra de arroz.

Y me pregunto: si se llega al corazón de un hombre por el estómago, ¿qué pasa con el estómago de las mujeres?, ¿Acaso los hombres son mancos?, ¿Por qué razón las madres omitimos enseñarles el arte de cocinar a los hijos varones?

En la mayoría de los países de América Latina somos las mujeres las que originamos el problema del cuál luego nos quejamos. Porque no negarían que sería fabuloso quitarse ese peso de encima. La tarea de preparar los alimentos es tan abrumadora, que al lavar los platos del desayuno ¡ya tenemos que estar descongelando la carne del almuerzo! Y si eres una de las muchas mujeres que trabajan fuera del hogar ¡ni hablar de lo complicado de la situación!
Si hacemos cuentas con tres comidas al día, en un año son mil ochenta veces que se preparan ingredientes, se cocina, se sirve y se limpian platos; mientras, el marido en cuestión ve mil ochenta programas de televisión o lee mil ochenta periódicos.

¡Ahhhh, pero claro! de vez en cuando nos “sacan” (como sacar a pasear a la mascota) y nos invitan a comer para que “descansemos de cocinar”, y nosotras lo agradecemos como si fuera una gran obra de caridad. ¿No estaríamos más agradecidas si cada noche se ofrecieran a cortar verduras o lavar los platos?

Esta sociedad salvadoreña con sus gestos sutiles parece decirnos: zapatero a tu zapato… ¡mujer a la cocina! Y nosotras lo aceptamos como quien acepta una cadena perpetua; sin protesta y convencidas de nuestro destino.
No, no soy feminista, me gusta ser mujer, lo que sucede es que me cuesta comprender cómo tan fácilmente accedemos a que se nos encasille y se nos corten las alas; condescendemos a ser vistas como seres poco pensantes, pues nos bombardean con revistas y programas llenos de recetas culinarias, moda y bisuterías baratas porque “esos son temas de mujeres”.

¿Quién decide qué tema me interesa leer?

Yo no sé cocinar…pero sé amar, escuchar, escribir, enseñar, reír, cantar, silbar, volar piscuchas, soñar y ¡muchas cosas más!
No lo disimulo. Soy de las que huye a las ocasiones en que tenga que estar detrás de las cacerolas. Y, con el permiso de mi abuela, creo sinceramente que si algún día decido llegar al corazón de un hombre, buscaré llegar por el sendero que yo tracé y no por donde la frasecita esa me lo indica.

Se me ocurre inventar un nuevo camino: el de la autenticidad, la pasión y la risa. Deseo disfrutar de la compañía mutua compartiendo placeres y quehaceres.

Mientras eso sucede, seguiré viviendo plenamente y pidiendo comida a domicilio.