lunes, 20 de diciembre de 2010

2010


Comencé este año como todos, con optimismo y sintiendo frente a mi 365 días en blanco.
Oportunidad de ser mejor, esperanzas y sueños en mano.
En enero afronte uno de mis mayores miedos al acompañar a mi padre al inicio de su quimioterapia.
Febrero trajo a mi vida a una bella persona que me enseñó a ver la vida de otra forma.
Marzo fue mes de decisiones.
Abril vio cumplido mi sueño de publicar mi cuento.
Mayo, junio y julio fueron meses de arduo trabajo, la promoción y venta del libro me llenaron de satisfacción y comenzaron a descubrir otra faceta mía.
En agosto me arrancaron la mitad de mi corazón.
Sobreviví a los treinta días de septiembre con altos y bajos.
Octubre trajo la alegría de ver a mi padre sano.
Noviembre despertó a la escritora en todas sus facetas.
Y termino Diciembre agradeciendo a Dios el haber estado estos 365 junto a mi, en todo momento.
Agradezco la persona en que me he convertido.
Durante el 2010 limpié el alma sacudiendo rencores, barriendo recuerdos,desinfectando dolores, cambié de lugar los muebles de la conformidad y coloqué un florero grande lleno de sueños. Quité las telarañas de decepciones, reciclé pensamientos, cambié las cortinas del aburrimiento y decidí tomar otro rumbo en mi vida.
Siento que este año que acaba marcó mi vida para siempre. Nuevas promesas y sueños comienzan a revelarse para el 2011, y aunque no sé que voy a escribir en las páginas de este nuevo año, no me preocupo, porque tengo la certeza de que Dios va delante de mi.
No quiero dejar pasar este momento de reflexión sin agradecer a todos y todas las personas que han estado a mi lado este 2010. Llenaron mi vida y la complementaron.
Les deseo un nuevo año lleno de bendiciones.

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