domingo, 4 de marzo de 2012

Feliz, libre y emancipada

Un dicho popular afirma que la felicidad no se encuentra, se construye. Me parece muy cierto en mi vida.

Soy mujer, madre, maestra y escritora. Tengo más de cuarenta años y hoy declaro sin rodeos que soy verdaderamente feliz.

Mi infancia transcurrió en El Salvador, en un hogar tradicional fundado a mediados del siglo pasado, en donde, como siempre, la madre educa y el padre provee. En su afán de amarme, mis padres me protegieron a su manera de todo peligro o sufrimiento; me educaron para ser madre, ama de casa y esposa ideal, pero no previeron que la vida golpea de forma más dura a aquel que está menos listo para enfrentarla, y omitieron prepararme para lo que vendría.

Les diré que esta sociedad provinciana, mojigata y de apariencias en la que vivo, inyecta sutilmente en cada jovencita la idea de ser “princesa”. Nos permiten estudiar, hacer carrera y sobresalir en nuestra profesión, pero de forma inconsciente y tácita se nos inculca que el “premio mayor” de la lotería de la vida es “conseguir” esposo.

La “princesa” aprende a “soñar con el príncipe azul que en su noble corcel la rescatará de la torre de la soledad”. Y, claro, para ello la señorita en cuestión deberá aprender oficios y maneras, a fin de atraer y conservar al príncipe en sus brazos: tips de belleza, closet a la moda, maquillaje según la ocasión, clases de cocina, perfume atrayente y vocabulario adecuado.

Yo no fui la excepción.

Recuerdo mis afanes y pericias para “atrapar” al indicado, y luego el enorme placer que me provocó ser fulanita “de” tal. ¡Realización! ¡Plenitud total! ¡Lotería! La meta alcanzada, un esposo exitoso, dos hijos varones, una casa, un estatus y un apellido… Y por ende: vivir felices para siempre...

Pero ahora, después de casi veinte años junto al “príncipe azul”, soy una mujer divorciada. Y contra todo vaticinio de esta sociedad de apariencias, soy feliz.

¿Se han fijado que cuando una mujer divorciada menciona su estado civil, la primera reacción de las personas es quedarse en silencio y posteriormente decirnos, “Ay lo siento mucho”? Yo me pregunto: ¿Quién murió? ¿Dónde es el funeral? ¿Por qué el pésame? ¿No deberían de felicitarme ahora porque me visto como quiero, masco chicle cuando me da la gana, camino descalza como niña feliz, digo y hago lo que quiero, duermo hasta tarde, ronco sin problemas y cocino a mi gusto?

¡Imposible! En esta sociedad machista en la que vivo lo lógico es tenerme lástima; para ellos he pasado a formar parte de la minoría considerada “infeliz”, “sola” y “fracasada”.

En El Salvador, como en muchos países de América latina, la imagen de felicidad conyugal que se vende por medio de las vallas publicitarias y comerciales es la imagen de familias completas sonriendo; jamás pondrían en sus anuncios a una madre sola con sus hijos, sus esquemas mentales cuadrados no lo permiten. Pareciera que las mujeres solas somos incompletas, infelices y discapacitadas emocionalmente.

No; de acuerdo a esa lógica las mujeres solas no pueden sonreír en los comerciales; ¿no ven que les falta su “príncipe azul”?

Sin embargo yo, hoy, puedo decir categóricamente que desde mi divorcio soy feliz: Tengo mi propio apartamento, tengo conmigo a mis dos hijos, y mi vida toma un rumbo desconocido que me encanta. Me siento completamente dueña de mi propio destino. Yo decido qué hacer, cómo, cuándo, dónde y sobre todo con quién... Si, sé que me critican, me ven de reojo, e inventan historias fantásticas de amantes furtivos que nunca conocí. Algunos amigos me creen desquiciada, para otros estoy medio boba o idiotizada y para muy pocos soy una heroína. ¡Pero que experiencia más liberadora!

En realidad nada de eso me importa, quiero ser simplemente yo. Una mujer con sueños propios. Quiero aprender a espantar mis miedos con locuras y a buscar mi rumbo con calma. Ahora quiero escribir mi historia de mujer emancipada, libre y “sola”.

He vuelto a nacer y no quiero morir entre normas sociales que me aplastan y ahogan, porque entonces, si eso me pasara nuevamente, yo misma me daría el pésame.


PUBLICADO POR latinovisionsf.com
13/12/2011

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