miércoles, 1 de diciembre de 2010

Excusas parte 2. (El lobo de la caperucita)

Todos conocen un lado de mi historia. Hoy quiero contarles lo que realmente sucedió ese día en el bosque.

Yo tengo un huerto frente a mi casa que requiere mucho cuidado diario. Esa fatídica mañana yo estaba abonando los rábanos cuando apareció una pequeña niña llamada Caperucita que se dirigía hacia la casa de su abuelita.
Me preguntó la dirección porque se sentía algo perdida y le dije como llegar al otro lado del bosque.
Después de un rato me preocupé. "Debí llevarla yo mismo" pensé. Fue entonces que decidí adelantarme por otro camino mas corto hacia la casa de la abuelita, solo para estar seguro de que Caperucita no se hubiera extraviado nuevamente.

Al llegar toqué la puerta y una dulce anciana abrió, pero no me dejó hablar, me vio y comenzó a gritar como loca. Me asustó muchísimo. Entré en pánico, porque ustedes no lo saben, pero los lobos sufrimos de ataques de pánico.
La única forma de hacer que callara era comiéndomela. Cuando reparé en lo que había hecho comprendí que la pequeña niña iba a llorar al no encontrar a su linda abuelita, por lo que decidí disfrazarme para suplantarla.

Cuando Caperucita llegó, comenzó a hacer muchas preguntas que me pusieron nervioso y decidí que la única forma de salir de ese lío era comerla a ella también.
El cazador no escuchó mis explicaciones y me hicieron una cirugía delicada de forma incorrecta.
Mi demanda aún se encuentra en proceso, pero espero se reconozcan mis derechos y me paguen todos los gastos de mi recuperación y los de mi huerto.

¿Saben que es lo peor de esta historia?
¡Rompí mi dieta! ¡Soy vegetariano!

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