El nombre de Mario fue elegido al azar, Sofí no.
Mi sobrina Amanda María me convirtió en "tía abuela" hace dos años, Sofía es el nombre de su hijita...
La historia ya ha sido contada en dos diferentes grupos de niños y niñas de 4 y 5 años, la emoción que provoca su final despeja cualquier duda de parecer triste.
Este cuento tiene una gran connotación afectiva para mi pues fue escrito en un momento muy intenso de mi vida, surgió rápidamente en una tarde de nostalgia.
Fue ilustrado de manera magistral por mi sobrina Andrea Teresa Alonzo.
Andy no solamente tiene un don en sus manos creativas, sino también tiene la habilidad de captar la esencia del relato, tomar el alma de la historia y traducirla a dibujos que hablan por ellos mismos. En los dos libros que ella ha trabajado nunca he tenido que regresar o arreglar algo. Existe una conexión fuerte que nos une sin hablar, solamente le mando el texto y me asombra con la capacidad que posee de sacar la niña que lleva adentro al momento de inspirarse y dibujar.
Andrea es mi primera sobrina, la mayor de seis que la vida me ha regalado. La hija mayor de mi hermana. La primera en ser consentida por su tía, la maestra de párvulos, de hecho,(y me disculpas Andy por publicarlo) tuve la dicha de ser yo la que le enseñó a leer y escribir.
Cuánto orgullo me da ahora el verla convertida en una bella señorita, estudiante de diseño gráfico y merecedora de mi agradecimiento por embarcarse conmigo en este hermoso sueño de escribir cuentos.
:D pero esque tu forma de escribir es tan llena de sentimientos que facilmente logro captarlos
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